1.- Es asequible para casi todos los presupuestos (lo que, con la que está cayendo, no es poco).
2.- Dispone de una enorme variedad de posibilidades de alojamiento, desde apartamentos baratos hasta hoteles de alta gama. Por lo general, con buena relación calidad-precio.
3.- Es una ciudad divertida para quienes buscan marcha. También puede ser tranquila, dicen.
4.- Sus 40.000 plazas hoteleras actúan como una esponja, descongestionando otros focos turísticos de la costa española. Es una pena que su existencia no haya servido para salvar el resto del litoral de la codicia urbanística.
5.- Goza de un clima con temperaturas suaves en invierno y en verano.
6.- Su temporada, con diferente público según la estación, se extiende a lo largo de todo el año.
7.- Aunque masificadas en agosto (lo juro: en la playa de Levante, por la mañana, no había sitio para colocar la toalla) sus playas están bien dotadas y cuidadas. En los alrededores, calas como la del Racó del Conill, en Villajoyosa, son una alternativa más tranquila.
8.- Su oferta de ocio, tanto dentro como fuera de los hoteles, es variada y para todos los públicos: niños, adolescentes, familias, jóvenes, singles con niños y mayores.
9.- Las posibilidades gastronómicas son asimismo variadas y para todos los bolsillos: desde la paella del bufé todo incluido hasta el exotismo japonés pasando por la socorrida baked potato.
10.- 5.000.000 de turistas no pueden estar equivocados. O puede que sí.
Y a ti, ¿te gusta Benidorm?